El reciente Informe Mundial sobre Drogas 2025, difundido por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), señala al Chapare boliviano y a la Hidrovía Paraná-Paraguay como ejes estratégicos del narcotráfico internacional. Según el análisis publicado por Germán de los Santos en Aire de Santa Fe, las organizaciones criminales bolivianas, en particular los clanes familiares del Chapare, consolidaron redes con presencia en Paraguay, Brasil y Argentina, utilizando el corredor fluvial para exportar cocaína hacia Europa, África y Asia.

La ONU advierte que la Hidrovía se transformó en una “autopista” para cargamentos ilegales, camuflados entre productos agrícolas y mercaderías legales. Incautaciones recientes refuerzan el patrón denunciado: en julio de 2024, Paraguay interceptó más de 4 toneladas de cocaína ocultas en bolsas de azúcar, y un año antes, se detectó un embarque de 12 toneladas procedente de Asunción en Hamburgo. La fragilidad de los controles en distintos tramos del sistema portuario alimenta la expansión de estas redes.

El informe cobra especial relevancia tras la aparición pública del narco uruguayo Sebastián Marset. El periódico El País de Uruguay difundió un video en el que Marset, prófugo de la justicia, se muestra rodeado de hombres armados y chalecos antibalas, lanzando amenazas directas a su rival Herland Ivar García López, alias “El Colla”, y a las fuerzas de seguridad. “Estamos preparados para hacer guerra con el que sea”, advierte Marset, evidenciando la capacidad armada y la impunidad de estas organizaciones.

En Argentina, el Plan Paraná reúne a Prefectura Naval, Gendarmería, PSA y Aduana para reforzar la vigilancia en puntos críticos del litoral fluvial, buscando impedir que puertos secundarios y terminales privadas se conviertan en plataformas de salida de cargamentos ilegales.