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9 de Julio: El ruido de rotas cadenas
Hoy se celebra el día en que las Provincias Unidas firmó un documento donde se le ponía fin de manera formal al dominio colonial español.
| 9/7/2020
Hay una frase que se suele utilizar para ponernos en contexto sobre la situación de aquellos días: “Tan pobre era la patria que, como Jesús, no tenía lugar para nacer”.
El 9 de Julio se celebra el día en que un grupo de representantes de las Provincias Unidas firmó un documento donde se le ponía fin de manera formal al dominio colonial español. La situación en 1816 era compleja, por un lado un nuevo gobierno provisorio enfrentaba las intenciones de algunas provincias de lograr una autonomía con Buenos Aires y su idea de unidad y centralismo, fundamentado muchas veces en que había sido la capital del Virreinato de la Plata y el lugar que había iniciado el proceso revolucionario en 1810. Además, la contrarrevolución española ordenada por el rey Fernando VII, que ya había sido repuesto en su cargo, avanzaba por todo el continente. Con San Martín concentrado en Mendoza y Belgrano derrotado, se le sumaba el avance de los portugueses en la Banda Oriental. Con este panorama, desde Buenos Aires se convoca a un congreso a celebrarse en Tucumán.
El Congreso de 1816 sesionó en la casa de doña Francisca Bazán de Laguna, ubicada en la Calle del Rey N° 151, de San Miguel de Tucumán. Se había construido a fines del siglo XVIII y era una típica casa colonial, que fue adaptada, “remodelada” y amueblada para que el congreso pudiera sesionar. Se eligió Tucumán por dos motivos, siendo el primero que dicha provincia estaba ubicada en el centro del virreinato y el segundo, como factor clave, que las provincias se negaban a que Buenos Aires fuera otra vez la única protagonista de un hecho que, esta vez, las afectaba a todas.
Dicho congreso constituyente buscaba primeramente ajustar la cantidad de representantes parlamentarios según el número de habitantes de cada provincia, pero el principal motivo que llevó a la reunión del Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica era limar asperezas entre Buenos Aires y las provincias, pues sus relaciones estaban deterioradas. Cada provincia eligió un diputado cada 15.000 habitantes. Las sesiones del Congreso se iniciaron el 24 de marzo de dicho año con la presencia de 33 de los 34 diputados elegidos.
Finalmente, y después de arduas discusiones, el 9 de julio de 1816 los representantes firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica y la afirmación de la voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y “de toda otra dominación extranjera”. De este modo, después del proceso político iniciado con la Revolución de Mayo de 1810, se asumió por primera vez una manifiesta voluntad de emancipación.
¿Quiénes realmente fueron los que firmaron la independencia? ¿Se puede hablar de una unidad? lejos se estaba aún del espacio geográfico que hoy conocemos como nuestro país, de hecho, la denominación de “Provincias Unidas de Sudamérica” expresaba la indefinición al momento de firmar la declaración de qué provincias quedarían bajo la nueva condición jurídica. Las provincias representadas en el Congreso de Tucumán fueron Buenos Aires, Córdoba, obviamente Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Mendoza, Salta, La Rioja, San Luis, Jujuy, Chuquisaca (actual territorio de Bolivia), Cochabamba (actual territorio de Bolivia), La Plata, Chichas y Mizque (también pertenecientes al actual territorio de Bolivia, y con sus diputados elegidos en el exilio, ya que ese territorio estaba en poder de los españoles).
En cambio, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fé no participaron del Congreso porque estaban enfrentadas con Buenos Aires y en ese entonces integraban la Liga de los Pueblos Libres junto con la Banda Oriental, bajo el mando del Gral. José Gervasio Artigas. Tampoco asistieron diputados de Paraguay y del Alto Perú, con excepción de las ya nombradas Chichas o Potosí.
Al día siguiente hubo festejos, misas conmemorativas, gente en las plazas. Era miércoles pero parecía Domingo. Los congresales volvieron a sesionar, ya en otro lado, porque el salón de la famosa casita estaba siendo preparado para el baile de la noche. Allí estaba la orquesta y algunos paisanos guitarreros. Porque se bailaba el minué, pero también la zamba. Entre los que mejor bailaban, se destacaba el general Belgrano, que no se despegó en toda la noche de la futura madre de su hija, Dolores Helguera. Y si bien el intento de establecer una monarquía constitucional no prosperó, esa noche se eligió a la reina… de la fiesta, a quien se bautizó como "la rubia de la Patria". Luego habrías una gran fiesta popular a finales de Julio.
¿Cómo se siguió después de esto? Este acto dio por finalizadas algunas discusiones iniciadas con la Revolución de Mayo de 1810, pero también abrió otros conflictos que marcaron muy fuertemente los años siguientes.
El principal conflicto que se originó tras la Declaración de la Independencia era la cuestión de cómo se iba a gobernar y organizar este nuevo estado independiente. Tema que iba de la mano a cómo se habrían de manejar los intereses económicos de las distintas regiones y los distintos grupos de poder. Esto se manifestó principalmente en dos posturas que perduraron y se consolidaron: federalistas vs centralistas. Es decir, los que querían un gobierno fuerte y centralizado en Buenos Aires (centralismo), y los que apuntaban a una federación de provincias (federalismo). Era, sin más ni menos, el germen de las guerras civiles entre federales y unitarios que atravesarán las siguientes décadas de la historia argentina.
Al mismo tiempo, la Declaración significó un importante refuerzo a las luchas americanas por la Independencia. Sería la antesala de la ejecución del plan continental del General San Martín, que abriría el camino para la liberación de Chile y Perú.
Desde un lugar más general, podemos ver cómo la declaración de la Independencia funcionó como un elemento de legitimación del proyecto revolucionario y de cimiento en la construcción de la “identidad nacional”. También tuvo un impacto psicológico positivo en la población y en las tropas, cada vez más agobiadas por las penurias de una larga guerra.
Hoy, 204 años después, las cadenas que oprimen son otras, y muchas veces aquel centralismo contra el que tanto se luchó, vuelve al presente en nuevas maneras de imponer ideas y pensamientos. Que el ruido de rotas cadenas se siga oyendo, como recordatorio del camino una vez iniciado en pos de una libertad que no siempre se consiguió.