Por Yanina Cossime*

Los niños y adolescentes deben recibir educación sexual. Esto no tiene discusión, ya que naturalmente los niños necesitan aprender sobre sexualidad, estemos o no dispuestos a enseñarles, tengamos o no la voluntad consciente de hacerlo, los adultos (cuidadores, educadores y en especial, los padres) estamos educando. Y lo hacemos a través de nuestras palabras, actitudes y, sobre todo, a través de nuestro ejemplo.

Los padres tienen el derecho y el deber de educar la sexualidad de sus hijos, y la normativa nacional reconoce ese derecho, ya que es la familia el agente natural de la educación de los hijos, pues en ella es donde las personas nacemos, nos desarrollamos, forjamos nuestra identidad y conciencia. En este sentido, es importante que los padres sean conscientes que, aún sin tener la intencionalidad de educar, en cada hecho cotidiano, los padres enseñan a sus hijos qué es ser un varón y qué es ser una mujer a través de su ejemplo.

Por eso es importante que se “viva” aquello que se dice creer, que el testimonio en la cotidianidad e intimidad de los hogares sea coherente con lo que se enseña con las palabras. Para que los padres puedan impactar a sus hijos con su ejemplo, es imprescindible que sean padres presentes, no sólo físicamente, compartiendo el mismo espacio, sino que estén vinculados emocionalmente con sus hijos (no hace falta decir que muchas veces se puede “estar”, pero en realidad “estar en otro lado”). Para educar la sexualidad de los hijos en forma integral, teniendo en cuenta todas sus dimensiones como persona (biológica, psicológica, social y espiritual) deben estar ahí, dispuestos a escuchar, a contar, a explicar, a preguntar, a contestar, a intervenir, a guiar.

Desde temprana edad deben procurar desarrollar con los hijos una conexión, y generar los espacios para que no les queden dudas que podrán acudir a ellos ante cualquier situación y que no encontrarán mejor interlocutor para compartir sus vivencias, dificultades, curiosidades, dudas y preguntas. Debemos tener en cuenta que cuando padres y madres no quieren enseñar, cuando no se habla de “eso”, y por temor, vergüenza o desconocimiento, se guarda silencio, se está educando igual.

De este modo, se empuja a los niños y adolescentes a buscar respuestas en otro lado, y alguien más los instruirá según sus propios criterios y convicciones (la escuela, los amigos, el televisor o la web). Por esto es importante que los padres se instruyan y capaciten en estos temas, y sobre todas las cosas, que sanen sus corazones si han sido lastimados en el pasado en esta área. La tarea de educar a nuestros hijos es ardua y demandante, pero es a la vez gratificante.

No perdamos de vista que como padres tenemos la obligación de formar hoy a los hombres y a las mujeres de la próxima generación. Teniendo en cuenta esto, comprometámonos a convertirnos en las madres y los padres que nuestros hijos necesitan, involucrándonos activa e intencionalmente en su educación, defendiéndolos de toda agresión a su integridad y trabajando para que sus derechos fundamentales sean respetados, para que ellos mañana puedan ser los hombres y las mujeres que nuestra Nación necesita.

* Yanina Cossime es esposa, madre de dos niños, profesora, estudiante de Orientación Familiar y referente de Padres de Pie, agrupación que trabaja por una educación sin ideologías y que respete los derechos de los niños y sus familias. padresdepie@gmail.com / https://www.facebook.com/padresdepie.educacion