El Congreso de la Nación Argentina dio en los últimos días una de las imágenes más increíbles en la historia de la democracia: Un grupo de Senadores peronistas festejando porque no había salido la ley de Ficha Limpia. La iniciativa, que buscaba limitar las candidaturas electorales de personas condenadas, obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados en febrero.

Sin embargo, en la Cámara alta fue rechazada por 35 votos negativos y 36 afirmativos (se necesitaban 37). El proyecto proponía una serie de características que impiden ser candidato en elecciones primarias o generales y ejercer cargos partidarios. La iniciativa del oficialismo agregaba que tampoco podrán ser candidatos los condenados por delitos contra la administración pública.

Es decir, el PJ votó para que delincuentes, asesinos, abusadores sexual es y culpables de otros delitos; puedan ocupar un cargo político. Es decir, los mismos que piden idoneidad y capacidad política, celebran que aquellos condenados puedan ser candidatos.

La celebración da vergüenza ajena pero luego uno lo entiende cuándo ve el motivo principal: Permitir que Cristina Fernández de Kirchner, condenada por corrupción y varias cosas más en la causa "Vialidad", pueda ser candidata en algún momento.

Estas situaciones no deben ser olvidadas, políticos que realmente piensan en sus intereses (tanto propios como partidarios), mientras nosotros los vemos de afuera y sufriendo sus consecuencias.