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“Ser o no ser, esa es la cuestión “
Hamlet en tiempos de ESI ¿puede la sexualidad construirse?
Editorial | 6/9/2020
“Ser o no ser”, versa la primera línea del soliloquio de la obra de William Shakespeare, “Hamlet”. ¡Vaya síntesis de los pensamientos del ser humano que indican tan alto grado de indecisión y duda!. La obra literaria escrita hace más de 400 años, puede ser utilizada hoy, con asombrosa actualidad, sobre todo si queremos referirnos a la educación de los hijos. Sí, porque se trata de ser o no ser conscientes y protagonistas en un proceso tan preciado como lo es la formación de un ser humano desde su más tierna edad.
¿Cómo podemos ser conscientes y protagonistas?
En principio, los padres, educadores y profesionales abocados a la niñez necesitamos conocer el escenario actual en medio del cual se despliegan las políticas educativas que, al ser implementadas, influyen en el desarrollo de los niños y adolescentes.
Cabe mencionar que, desafortunadamente, este escenario que necesitamos conocer no es alentador. Es lamentable que los valores de la dignidad, la libertad y la integridad, que son los pilares de la constitución de la identidad del ser; tal como lo indica el Dr. José Batista en su libro “Teoría de la Identidad”, se avasallen deliberadamente.
La dignidad se ha visto amordazada porque vivimos en una sociedad donde las “cosas” valen más que las “personas”; en la cual “ser” no es tan importante como “tener” y “sentir” se encuentra por encima de “saber”.
Por el contrario, enseñar la “dignidad” a los pequeños reforzaría su identidad y por ende, su estima personal, resaltando el valor que tiene el “respeto” por sí mismos y los demás. Parece que en algunas propuestas educativas se escribe con la mano y se borra con el codo. Expreso esa frase popular ya que resulta apropiada para señalar que en un varios proyectos que se presentaron recientemente para orientar las prácticas educativas, se menciona como objetivo, por ejemplo, “Reconocer y combatir los mitos, prejuicios y falsas creencias sobre sexualidad” (Proyecto de Ley de Educación sexual presentado en la Legislatura de la provincia de Santa Fe), cuando en realidad buscan la enseñanza de “falsas creencias” y contenidos alejados diametralmente del saber científico, donde se pretende enseñar que la sexualidad humana tiene que ver con una construcción social, a partir de ese perspectiva los niños “se dan cuenta de lo que son”, no por sus características anatómicas, sino por cómo se “autoperciben”. Allí, se vulnera la dignidad del ser, no se la afirma, ni respeta.
Por otra parte, el valor de la integridad también se ve amenazado cuando se presenta un escenario en el cual el “pudor” no quiere ser enseñado por ser tachonado de “retrógrado”. ¿Hay algo más retrógrado que una sociedad entregada al hedonismo, donde los “deseos” y la “búsqueda de placer” son la brújula que guían las acciones?. Si reflexionamos en torno a este posicionamiento, a renglón seguido, debemos saber que el escalón que sigue es “placer a cualquier precio”. Un ejemplo claro en este sentido, es la pretensión obsesiva de “hipersexualizar” la infancia. ¿Para qué fines?, ¿para quiénes?.
La hipersexualización de la infancia se logra mediante prácticas que se naturalizan como “pedagógicas” y “apropiadas” y no lo son. La carencia de sincronía entre la etapa evolutiva de un niño y los contenidos que se pretenden enseñar referidos a su sexualidad, es evidencia de la intención solapada de “robar” la inocencia de los pequeños con intencionalidad perversa.
Dicho en otras palabras, la hipersexualización de la infancia es directamente proporcional a los deseos egoístas y pervertidos de los pedófilos. Resulta imprescindible, reaccionar frente a éste escenario y enseñar el “pudor” en el marco del fortalecimiento de la seguridad y la confianza.
Finalmente, el valor de la libertad se ve seriamente limitado, ya que quienes “paren” sus hijos y tienen todo el derecho de elegir cómo educarlos, son sometidos a restricciones por los que “no los paren”.
Sería más equilibrado que los pretenciosos de tal reingeniería social, intenten con sus propios hijos alcanzar los objetivos que quieren imponer y luego, si los abusos, las interrupciones de sus embarazos, las perversiones en el desarrollo de la afectividad humana y la inmoralidad les resultan beneficiosas para el crecimiento sano de sus propios descendientes, prueben con el resto de la sociedad. Lamentablemente no es así. Por eso la ironía. Quienes se desvelan por trastocar la educación en valores que quieren los padres para sus hijos, no piensan en esos “hijos”, no piensan en ningún “hijo”.
En segundo lugar, habiéndose conocido el escenario será inminente tomar posición al respecto. Dejar que las políticas de “reingeniería social” arrasen con lo más preciado que tenemos, es decir, la familia, o ser protagonista mediante una actitud de “resistencia”. Ser o no ser, esa es la cuestión.
“Seamos” para aquellos abandonados a la suerte del malo, desamparados por sus familias y segregados por el sistema. “Seamos” para los niños que nunca llegaron a ser niños, cuya vida fue arrebatada antes de nacer con inescrupulosa crueldad. “Seamos” frente a aquellos que nos quieren empujar a ser esclavos de la imposibilidad e hijos de la limitación, del no poder, del no tener y finalmente, del no ser.
Lorena Leiva
Prof. en Ciencias de la Educación.