El valor de la discreción es directamente proporcional a la prudencia. Desafortunadamente, en la actualidad hallamos innumerables ejemplos de falta de discreción, de exposición vergonzosa y de excusas o mentiras para disimular irrealidades. Lo cierto es que esta situación puede revertirse si se valora la discreción como algo enseñable. Las personas no nacen discretas, se hacen.

Un aspecto de la vida cotidiana muy emparentado con la discreción o falta de ella, es el "Stylo" que cada uno adopta para vestirse. Hoy en día, la moda es el desenfado, lo espontáneo, lo irreverente, lo menos controlado. Estos rasgos definen el espíritu de las tendencias en vestimenta. A diferencia de hace algunos años, no es necesario “combinar”; incluso existe como definición: la moda denominada “rompedora o transgresora”. Entonces, para varios diseñadores, la transgresión es la musa inspiradora para atraer con sus colecciones a los fashionistas.

La manera de vestirse, se convierte en un estilo de vida. Incluso, se podría decir que “define” a la persona en algún sentido. Como lo expresara la famosa conductora argentina: “Como te ven, te tratan”; posiblemente refiriendo que la manera de vestirse influye en alguna medida en la manera en cómo te tratarán o, en su defecto, “maltratarán”. Resultaría extremadamente interesante un almuerzo en el que estuviera invitado Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry, creador de la mundialmente conocida frase: “Lo esencial es invisible a los ojos” en su obra “El Principito”. De todas formas, creo en algún punto se refieren a lo mismo ya que existen personas que deslumbran con su glamour, pero no son brillantes por dentro.

Volviendo al tema de la enseñanza de la discreción, cabe aclarar que lo que sucede en el mundo de la moda, puede traducirse al mundo de las relaciones humanas. Existen increíbles analogías entre la personalidad y la manera de vestirse de una persona. En otras palabras, una mujer introvertida y tímida, a la hora de elegir una prenda no optará por un escote demasiado pronunciado o una falda muy corta.

La discreción aplica en relaciones intra e interpersonales y, por supuesto repercute en el dressing well.

Parafraseando a Carolina Herrera, más allá de la ropa que se usa, el estilo de una persona se define por la manera en que se mueve, los modales que posee y la manera en la que actúa.

Resulta imprescindible que los padres enseñen a sus hijos desde pequeños a valorar la discreción. Presenciamos a diario tantas impertinencias, improcedencias, que representan verdaderas muestras de la falta de prudencia. Si los padres hablan gritando en lugar de dialogar, humillan a sus hijos en lugar de reconocer sus logros, los exponen sin preservar ni respetar su dignidad y no les enseñan a dominarse, en otras palabras, a liderar sus propias vidas, la adquisición del valor de la discreción se tornará cada vez más difícil.

Otro aspecto a tener en cuenta en la importancia de la enseñanza de la discreción como valor personal a los hijos es su aplicación al mundo cibernético. Los niños y adolescentes se exponen fuertemente en redes sociales sin medir las consecuencias. Algunos textos, vídeos o fotos exuberantes que se suben a la red expresan claramente la falta de pudor, responsabilidad, dominio propio y prudencia. Sigmund Freud mencionó una frase que es bueno recordarla en este punto: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice”. Aplica también a “sube a la red”. Uno es esclavo de lo que sube a la red. No sabemos hasta dónde tiene alcance una publicación. Atravesados por situaciones tan desagradables como el ciberbullyng, grooming, sexting, entre otros desperdicios, la enseñanza a los hijos a “medirse” en las exposiciones en internet cobra un valor incalculable.

Por último, la discreción no es aburrida o pasada de moda, por el contrario, la discreción es fascinante, distinguida, llena de brillantez. Enseñar el valor personal de la discreción de asemeja a esculpir una verdadera obra de arte en el corazón de una persona.