El pasado 30 de diciembre la Cámara de Senadores de la Nación aprobó el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), conocido como Ley de Aborto Legal, que ya tenía media sanción de Diputados, y que aguarda ser promulgada por el Poder Ejecutivo. Dicho proyecto, como desarrollamos en la publicación anterior  tiene implicaciones en la educación de los niños y adolescentes, ya que legisla sobre Educación Sexual Integral, imponiendo la capacitación obligatoria de los docentes en perspectiva de género y diversidad sexual y la enseñanza del aborto como derecho.

Por lo expuesto, hoy más que nunca, es necesario que como padres asumamos nuestra responsabilidad como principales y fundamentales educadores de nuestros hijos, y eduquemos su sexualidad en forma integral, teniendo en cuenta todas sus dimensiones (bio-psico-socio-espiritual), centrándonos en la educación en valores y promoviendo las virtudes.

Debemos enseñar a nuestros hijos que la vida es un don y es un derecho, el más fundamental de todos los derechos humanos, que debe ser respetado y defendido. Todo ser humano, independientemente de las condiciones en las que fue concebido, tiene derecho a vivir por la simple razón de ser “humano”, sin importar la etapa de su desarrollo que esté cursando. No respetar ese principio fundamental implica que en manos de alguien más está la decisión arbitraria de quién vive y quién muere, negando la dignidad intrínseca a ese ser humano al que no se le permite vivir.

Además, como padres, debemos educar a nuestros hijos a vivir su libertad con responsabilidad, ya que cada una de sus decisiones y acciones tendrán una consecuencia, no solo para ellos, sino para otras personas involucradas. Desde temprana edad debemos enseñar este principio. No se trata de “castigos” y “premios”, sino de efectos. La cultura actual nos quiere a hacer creer que es posible disfrutar de placeres y deleites desenfrenados evitando las consecuencias, pero esto no es más que un engaño en el que los adolescentes y jóvenes pueden caer fácilmente.

Nuestros hijos nos necesitan. No solo está en juego su futuro, sino también el de la sociedad.

El desafío es grande, proponer una alternativa diferente al de la cultura actual que se impone en la educación y en los medios de comunicación: educar para abrazar la vida y no para descartarla; educar para defender al más vulnerable, en lugar de atropellar sus derechos; educar para disfrutar de la libertad con responsabilidad, en lugar de intentar evadir las consecuencias de las decisiones (porque aún cuando creemos no estar decidiendo, lo estamos haciendo).

Y como todo gran desafío, requiere un gran esfuerzo. Los padres educamos principalmente con nuestro ejemplo, y para poder impactar en la vida de nuestros hijos se requieren dos condiciones sustanciales: debemos vivir lo que predicamos, y estar presentes para poder transmitir con nuestros actos aquello que decimos creer. No bastan los discursos, ni elegir una escuela acorde a nuestros principios. Educar a nuestros hijos demanda estar ahí, en cuerpo y alma, dispuestos a escuchar preguntas, experiencias y, tal vez, pensamientos contrarios a los nuestros. Estar ahí para enseñar, explicar, contestar, compartir experiencias, transmitir valores. Porque si queremos educar a nuestros hijos para abrazar la vida, primero debemos abrazarlos a ellos, sostenerlos con el corazón, priorizarlos. Y esto último no se reduce a trabajar para que nada les falte, sino se trata de no faltarles a ellos. Y aquí caben algunas preguntas: ¿Cuánto tiempo de calidad compartes con ellos sin celulares o pantallas de por medio?, ¿Cuánto sabes de él/ella?, ¿Qué le preocupa? ¿Qué le entristece?, ¿Qué le agrada?, ¿Cuáles son sus sueños?, ¿él/ella sabe cuáles son los tuyos?, ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste que lo/la amas?

Asumamos nuestra responsabilidad como padres, eduquemos la sexualidad de nuestros hijos con valores, acompañémoslos para que puedan soñar y lograr su proyecto de vida en la que la libertad sea gozada con responsabilidad, y la vida sea valorada como un don al que vale la pena aferrarse. Eduquemos a nuestros hijos para abrazar la vida.

Por Yanina Cossime.

Es esposa, madre, profesora, estudiante de Orientación Familiar y referente de Padres de Pie,  agrupación que trabaja por una educación sin ideologías y que respete los derechos de los niños y sus familias.

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