En la Provincia de Santa Fe se están produciendo algunos cambios similares a lo que sucede en la Nación. Si bien ideológicamente Javier Milei y Maximiliano Pullaro son distantes, han tenido un punto en común con ciertas decisiones políticas.
Los casos puntales son aquellas tomadas por el gobernador de Santa Fe en torno a la Empresa Provincial de la Energía y a Aguas Santafesinas. Las modificaciones giran en torno a privilegios, algunos absurdos y vetustos, que demuestran en parte porque dichas empresas están como están.
Por ejemplo la EPE contaba con un covenio colectivo de la Edad Media, el cuál permitía prerrogativa de sangre entre sus empleados. Es decir si uno de ellos moría o se jubilaba, tomaba su lugar un familiar que figuraba en una “bolsa de trabajo” impuesta por el sindicato de Luz y Fuerza.
Esto llegó a su final tras la decisión que ingresen los más aptos y calificados al puesto laboral, es decir que tengan los méritos acordes a la tarea requerida. El nuevo sistema implica concursos abiertos y públicos, donde la inscripción se realiza de manera online, y habrá una junta evaluadora integrada por el Ministerio de Desarrollo Productivo y el directorio de la EPE.
En la EPE pero también en Aguas Santafesinas, el gobierno encontró un festival de horas de más pagas y un descontrol del uso de los vehículos, todo eso bancado con los impuestos de todos los santafesinos. “En Aguas había horas extras que no se trabajaban, autos que fueron encontrados fuera del lugar de trabajo en servicio como en el Casino de Rosario; o contratos como con la firma OSSA SRL a la que había que pagarle 1.500 millones anuales, perteneciente a la familia de un gremialista”, sostuvo hace poco el ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico.
Es hora de entender que la plata no fluye de ningún lado, es el momento de saber que la inflación fue producto de esos despilfarros y es la época de un cambio que llegó para quedarse.