El asteroide, detectado el 27 de diciembre de 2024, había generado preocupación inicial debido a que sus primeras estimaciones indicaban una probabilidad de impacto superior al 1%. En enero y febrero, la cifra llegó a un máximo del 3,1%, convirtiéndose en el asteroide con la mayor probabilidad de colisión registrada por la NASA para un objeto de su tamaño. Con un diámetro estimado entre 40 y 90 metros, el impacto podría haber causado daños significativos en áreas urbanas densamente pobladas.
Sin embargo, con el análisis de más datos recopilados por telescopios terrestres, los astrónomos ajustaron su trayectoria y determinaron que el riesgo de impacto disminuyó hasta volverse prácticamente nulo. “Se trata de un comportamiento normal en la observación de asteroides recién descubiertos”, explicó Davide Farnocchia, del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA.
Aunque la Tierra ha quedado fuera de peligro, la NASA advirtió que existe una baja probabilidad (1,7%) de que el asteroide impacte la Luna.
Los observatorios, incluyendo el Telescopio Lowell Discovery en Arizona y el Telescopio Óptico Nórdico en Canarias, continuarán monitoreando la trayectoria del 2024 YR4 hasta finales de abril. Luego, el asteroide permanecerá fuera de la vista hasta 2028.